Conocí la historia de una mujer que tuvo seis hijos. Se llevaban todos del uno al otro solo un año de diferencia. Ella era joven y trabajadora. Su esposo era casi un anciano, pero un buen trabajador, y Dios suplía sus necesidades de alguna manera cada día.
Un día las cosas cambiaron y se produjo una separación matrimonial. El se fue de casa y ella lucho durante un año tratando de mantener a sus hijos. Apareció alguien que le ofreció “un mundo mejor”. Ella lo creyó y abandonó a sus hijos con la excusa de regresar por ellos muy pronto. El mayor tenía diez años; el menor, uno y medio. ¡Cuánta tragedia!
Dos de ellos, la única niña y el segundo de los niños fueron a vivir con su padre y su tía. Otro deambulaba por las calles de una ciudad donde nadie lo conocía. Otro fue dejado en un hospital a causa de una enfermedad y allí nadie volvió por él.
Otro fue cuidado por sus padrinos y Dios permitió que fuera devuelto a su madre. El menor fue víctima de abusos de una familia disfuncional, lo que ha causado en su vida muchos traumas y dolor emocional, pero también la firme determinación de ser alguien útil a la sociedad.
cuando sus seis hijos pequeños lloraban detrás de ella. No puedo juzgarla. Quizá sus intenciones fueron buenas pero no resultaronNunca entendí cómo pudo esta mujer avanzar hacia lo desconocido como ella las imaginó.
El texto de hoy, uno de los mas sobrecogedores de la Biblia, es hermoso. Aunque aquella mujer se olvidase de aquellos hijos de su vientre, Dios nunca se olvidará de ellos y tampoco de ti y de mí.
Cuando oro por ellos, evoco sus rostros y no puedo imaginarlos, pues hoy tendrán 40 a 30 años de edad. Sin embargo, evoco entonces la imagen del Dios de Isaías 49:15, el cual estará cuidándolos dondequiera que estén.
¿Y tú? Quizá pienses que todos se olvidaron de ti, que todos te fallaron. Sin embargo, aunque eso fuere cierto, ¡debes estar seguro de que Dios nunca lo hará!
Amado Señor, gracias porque, aunque el mundo nos olvide, jamás te olvidarás de nosotros.
¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. Isaías 49:15.
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