lunes, 26 de enero de 2009

El amor todo lo vence

Contamos con un potencial ilimitado como hijos de Dios. Todos, sin excepción, podemos ejercer a diario la magia más importante: la magia del amor. Gracias a ella podemos perdonar lo imperdonable, sanar heridas en el alma, derribar los muros del odio y construir puentes de hermandad. Somos magos, y a diario podemos realizar maravillas con el amor.
El amor todo lo vence. El amor es nuestra esperanza, nuestra luz y nuestra salvación. Lo necesitamos y lo sentimos en los momentos adversos cuando el destino nos sacude sin piedad. Ante una enfermedad grave, o doblegados por la muerte de un ser querido, apreciamos en toda su esencia la importancia del amor. Valoramos al máximo el calor de un abrazo, la ternura de una caricia y el poder sanador de las palabras afectuosas.
No hay que temer a las crisis sino a la actitud pasiva o angustiosa frente a las mismas, ya que toda crisis enseña algo y es un llamado a corregir errores o a llenar vacíos. No debemos perder energías en culparnos o culpar por las fallas, sino esmerarnos en buscar soluciones. Es cierto lo que afirma Frank Crane: "Los grandes hombres hacen de sus errores escalones hacia el éxito".
Todo fracaso y todo problema esconden valiosas enseñanzas en el arduo ascenso humano hacia la madurez espiritual. En el lenguaje de San Juan de la Cruz, diríamos que no se lleva a la luz sin pasar por la noche oscura. Por eso es tan importante enriquecer el espíritu por todos los medios, para no naufragar cuando arrecia el temporal.

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