miércoles, 28 de enero de 2009

El verdadero amor

Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles.
Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada!
Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios sea capaz de mover montañas.
Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás.

El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable.
El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie.
No es orgulloso.
No es grosero ni egoísta.
No se enoja por cualquier cosa.

No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad.
El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo.
Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios, la seguridad de que él cumplirá sus promesas, y el amor.
"El amor es la expresión más sublime del ser humano. No puede negociarse, manipularse o comprarse, sólo puede entregarse sin ninguna condición"
Por el estilo de vida tan acelerado y superficial que llevamos, vamos perdiendo la capacidad de amar, de reconocer ese estímulo interno que nos motiva a dar lo mejor de nosotros a los demás; nos hemos vuelto, en muchos casos, interesados, materialistas e infelices a causa de la pérdida del calor humano que experimentamos cada vez que nos conectamos al amor universal. El amor motiva la compasión, la amistad y la familiaridad, y es a través de él que encontramos la fortaleza para vencer nuestros temores y debilidades, para rescatarnos, levantarnos y perseverar en el compromiso de trabajar por el bien común.


Está centrado en el otro. Esta es la regla más importante del amor y te recomiendo que la memorices muy bien. De ella derivan todas las demás. El peligro más grande del amor, es el amor mismo pero mal enfocado. ¿Por qué? Porque cuando el amor está enfocado en ti y no en el otro (persona amada) se convierte en egoísmo que es el contrapuesto del amor. El verdadero amor sólo adquiere sentido cuando se ejerce en el otro, no en uno mismo. El amor se empieza actuando de cara al prójimo y entonces, sólo entonces, se obtienen resultados positivos de regreso a nuestra persona.

Está 100% ligado a la verdad y al bien. En la persona amada vemos la representación más fiel de la verdad, claro, si es que hemos emprendido la búsqueda de la misma (solo se ama lo que se conoce). Así , sabemos que junto a ella nos acercaremos cada vez más al bien último. Es muy sencillo, quien te ama de verdad te llevará a realizar acciones correctas y buenas. El que ama busca el bien de la persona amada.

Te convierte en héroe. ¿En héroe? Así es. Quien ama de verdad lo demuestra con actos mucho más allá de lo ordinario. Por la persona amada, somos capaces de realizar todo aquello que usualmente no nos atrevemos a hacer. Lo imposible de repente nos resulta posible y nos creemos capaces de combatir al mundo entero y todos sus males con tal de triunfar por nuestra causa.

Se demuestra. La única manera de manifestar el amor a una persona es por medio de acciones concretas. De nada te sirve saber toda la teoría si no eres capaz de aplicarla. El amor no se puede ver precisamente porque se expresa como verbo y como tal sólo se pude actuar.

El amor humano que demostramos y la amistad humana que demostramos, queda opacada cuando se aparece Dios demostrándonos su incomparable amor y su incomparable amistad.

Si alguna vez has sido victima de un falso amor o una falsa amistad, quiero decirte que el único amor y la única amistad que jamás te defraudara es el amor de Dios y la amistad que El te brinda. Cuando destrozados por el fracaso en el amor o defraudados por la falsa amistad nos vemos sumergidos en la depresión, es ahí en donde Dios siempre ha querido que te dejes amar y que te dejes que El te brinde su amistad.
El verdadero amor es el que encontramos en 1ra. De Corintios 13, donde dice: Que el amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.

Ese es el amor que Dios nos ha dado, y nunca en ningún lugar del universo, aunque lo buscáramos durante toda nuestra vida, podríamos encontrar un amor como el que Dios nos demostro al dar la vida de su único hijo por todos nosotros.

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