miércoles, 21 de enero de 2009

Quién ENVIDIA, sus síntomas.

                                                   La envidia, aunque sea muda, aunque se esconda, se deja ver a través de su “trabajo”, deja huellas y cuando se hace difusa, enfermedad envidiosa, produce verdaderos síntomas propios.
La maledicencia es el síntoma más obvio y más notable de la envidia. El envidioso trata de desvalorizar al otro a los ojos de la mayor cantidad posible de personas, sobre todo de las más influyentes. Ahora bien, hay individuos que, indudablemente, tienen un gusto especial por la maledicencia. Basta que conozcan a alguien para encontrarle inmediatamente defectos. La mirada de estos individuos se apresura a buscar las debilidades, las limitaciones, sienten la necesidad de ponerlas de manifiesto, de hacerlas públicas, de provocar el comentario malévolo de los demás. Habitualmente coleccionan las más minuciosas informaciones referidas a la vida privada ajena, a sus negocios; toman nota de ellas mentalmente y siempre logran mencionarlas en una conversación. Sobre todo si se trata de personajes importantes, estimados, universalmente apreciados, no pueden resistirse a la tentación de disminuirlos, de desacreditarlos.A veces lo hacen en presencia del propio interesado, con preguntas inoportunas, con insinuaciones destinadas a ponerlo en una situación embarazosa. Pero, generalmente, entran en acción cuando el personaje está enfrascado en una conversación o acaba de alejarse. Entonces a veces con una simple frase, o con un gesto ponen en movimiento lo que podríamos llamar el desencadenamiento del chisme. La maledicencia es contagiosa. Una vez que se ha iniciado, siempre aparece alguien que se asocia, que quiere añadir su crítica, y esto produce una reacción en cadena que los envidiosos alimentan de manera oportuna, hasta que la víctima queda hecha pedazos.Pero solamente un observador muy atento alcanza a advertir que han sido los envidiosos quienes pusieron en movimiento el proceso y quienes lo dirigieron en la dirección deseada. La gente habitualmente no se da cuenta de que ha sido dirigida, manipulada. Recuerda que “todos juntos nos pusimos a chismear”, como si no hubiera existido una guía muy hábil y oculta.La envidia se esconde. El maestro de la maledicencia es muy hábil en este sentido. Con frecuencia, limita su intervención a unas pocas frases cómicas que bloquean todos los intentos de hablar bien del ausente. O bien, lo defiende, pero de manera tal que lo destruye aun más. El resultado es que el envidioso termina por ser considerado como un hombre brillante, de espíritu, que se ríe del mundo y de sus bajezas. Y nadie se da cuenta de que, con esta técnica, logra desvalorizar, escarnecer y hacer escarnecer por los demás a cualquiera que le haga sombra, a cualquiera que se destaque.
Cada vez que oímos o vemos que alguien habla mal de los demás o que los escarnece o se mofa de ellos sin someterse a sí mismo a igual tratamiento, es muy probable que esa persona sea un envidioso. Debemos tener esta sospecha aunque éste nos parezca un ser superior, un periodista famoso, un célebre político, un intelectual muy conocido. Ni su prestigio ni los elogios que recibe deben inducirnos a engaño. El mundo está lleno de envidiosos que se identifican con sus gestos, y que están muy dispuestos a asociarse con su malignidad. Los envidiosos son sus fans, sus clientes, su ejército silencioso.
Aun en la sociedad más justa y mejor regulada, la vida sigue siendo algo que se sustrae a la justicia. Uno nace alto y el otro bajo, uno fuerte y otro débil, uno inteligente y otro tonto, uno saludable y otro enfermizo. Hay quienes viven muchos años y quienes tienen una vida breve. Quienes son felices en el amor y quienes son infelices, quienes tienen hijos y quienes no los tienen. Las infinitas diferencias individuales y las infinitas circunstancias de la vida social, todos los acontecimientos imponderables que nos toca vivir, hacen que cada uno de nosotros, evidentemente, tenga una parte diferente de alegría, de felicidad, de fama, de amor, de todo lo que desean los seres humanos. Por eso, al mirar a otro que está mejor que él, cada uno puede preguntarse: “¿Por qué él y no yo?”, sin encontrar una respuesta.
Los griegos, que habían intentado derrotar la envidia aceptándola competencia en todos los campos.
Los 3 síntomas visibles:
1.- CRITICA DE ALGUNA MANERA TUS ÉXITOS O PERTENENCIAS.- Como el envidioso se siente inferior a ti, trata de alguna manera mermar tu superioridad y una manera de hacerlo es criticando tus éxitos o bienes. El que NO envidia te admira cuando te va bien, pero el envidioso no te admira, te critica. Es el mecanismo de defensa que salta por su sentimiento de inferioridad. El envidioso no enfoca sus fuerzas para crecer, si no que las enfoca para hacerte decrecer. No trata de volverse superior para alcanzarte, si no que trata de hacerte inferior para que no estés “por encima” de él, según su equivocada percepción.
2.- BUSCA TUS ERRORES PARA RESALTARLOS.- Otro mecanismo muy recurrente es monitorear como radar tus acciones, bienes o conducta para buscar algún error y resaltarlo. Nuevamente el envidioso dirige sus acciones para hacerte decrecer, para mermar tu superioridad, para destruir tus éxitos.
3.- TRATA DE OPACAR TUS ÉXITOS Y PERTENENCIAS.- El envidioso, si no puede superarte recurre a otras personas que supuestamente te superan para mermar tu superioridad. Si él se siente inferior quiere que también tú te sientas así. Trata de hacerte sentir inferior así cómo él se siente inferior en relación a ti, pero como él mismo no puede superarte entonces recurre a otras personas.
Los 3 síntomas invisibles:
4.- DESEA QUE TU FRACASO LLEGUE TARDE O TEMPRANO.- El envidioso sufre tanto por ti que a veces puedes volverte esencial para su atención, te pone en la mira esperando a qué hora vas a fracasar, a qué hora vas a fallar o a qué hora tu destino cambiará para mal. Está pendiente de tus acciones y bienes esperando a qué hora te va a ir mal. Está más pendiente de tu fracaso que de su propio éxito personal
5.- DISFRUTA TUS ERRORES O FRACASOS COMO SI FUERAN ÉXITOS PERSONALES DE ÉL.- El envidioso está atento a qué hora fallarás o a qué hora tu fracaso vendrá para disfrutarlo como si tu fracaso fuera su éxito personal. Como dije antes, ya no está pendiente de alcanzar su éxito, si no de que el fracaso te alcance para que lo disfrute como si fuera un éxito de él.
6.- SI TIENE LA OPORTUNIDAD PERSIGUE TU FRACASO.- El envidioso subordina enfermizamente parte de su felicidad a tu fracaso, de tal manera que a veces persigue tu derrota, tu mal, tu fracaso. Trata de eliminar tu éxito para que él no se sienta infeliz.

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