sábado, 31 de enero de 2009

Frases de San Antonio de Padua


“¡Qué grande es la vanagloria de creerse que pueda el hombre hacerse Dios! ¡Desgraciado! Por haber querido vanamante divinizarte te has rebajado hasta infrahumanizarte. (San Antonio de Padua)

“¡Oh bondad de Dios! ¡Oh dignidad del penitente! Aquel que habita en la eternidad habita en el corazón del humilde y en el espíritu del penitente!” (San Antonio de Padua)

“Me confieso con un hombre, pero no como a un hombre, sino como a Dios.” (San Antonio de Padua)

“David tiró por tierra a Goliat con la honda y una piedra; así Cristo con la honda de la humanidad y la piedra de la Pasión venció al diablo.” (San Antonio de Padua)

“Casa de Dios llaman también a la confesión por la reconciliación del pecador. En ella se reconcilia el hombre con Dios, como se reconcilia el hijo con el padre cuando éste le recibe en la casa paterna.” (San Antonio de Padua)

“Si en la casa de la confesión se hace oír la sinfonía del canto y de la compunción amarga, responde inmediatamente al unísono el coro de la divina misericordia para perdonar los pecados.” (San Antonio de Padua)

“Roguemos al mismo Jesucristo, Hijo de Dios, y pidámosle insistentemente nos conceda llegar con espíritu contrito al desierto de la confesión y merezcamos recibir esta cuaresma, el perdón de nuestras iniquidades.” (San Antonio de Padua)

“Tan pobre como es la mesa que carece de pan, así la vida más ejemplar resulta vacía si le falta amor.” (San Antonio de Padua)

“Hijo mío, si te pones al servicio del Señor, prepara tu alma para la tentación.” (San Antonio de Padua)

“No es el juicio de los hombres que nos manifestará lo que somos. Los hombres se engañan y se dejan engañar; llaman al mal, bien y al bien, mal. Cada uno vale lo que vale delante de Dios y nada más.” (San Antonio de Padua)

“La puerta del cielo es baja, y quien quiere entrar debe necesariamente inclinarse. Nos lo enseñó el propio Jesús, quien al morir, inclinó la cabeza.” (San Antonio de Padua)

“Cuando el hombre espiritual se siente agobiado por la tentación, por alguna terrible sugestión diabólica, levántese pronto para la lucha y eleve su mente a las cosas celestiales.” (San Antonio de Padua)

“Quien hace ostentación de los propios dotes y de sus buenas acciones, comete una especia de idolatría, que es el más grande de los pecados, porque llega a negar la gracia de Dios, se atribuye lo que únicamente es don de Dios.” (San Antonio de Padua)

“Sólo en caso de necesidad y después de habernos corregido a nosotros mismos, se puede reprender a los demás.” (San Antonio de Padua)

“Preferid más ser amados que temidos. El amor dulcifica lo amargo y aligera el peso insoportable. El temor, al contrario, nos hace intolerables hasta las cosas más insignificantes.” (San Antonio de Padua)

“La avaricia roba, hiere y chupa la sangre. ¡Maldito el avaro! Poseído por la codicia del dinero, esa plata miserable que encierra el genio del mal, el avaro husmea doquiera el olor de la ganancia, oprime al pobre y desangra al desgraciado. No tiene corazón en el pecho. No ve la angustia de las lágrimas. No siente piedad. Sus manos chorrean sangre: sangre de los pobres, viudas y huérfanos. Sus vestidos están tejidos de robos y rapiñas. Su opulencia es su condenación. Aplastad al ladrón infame bajo las piedras de la maldición.” (San Antonio de Padua)

“Espinas son las riquezas. Y cuando pinchan hacen brotar la sangre. Bestias feroces son los pérfidos usureros, que roban y devoran. Raza maldita, se han desarrollado y esparcido por todas partes. No respetan ni al Señor ni a los hombres. A veces tienen la osadía e hipocresía de dar limosna que chorrea sangre de pobres.” (San Antonio de Padua)

“El que posee bienes, que utilice lo necesario para comer y vestir, el resto entréguelo al hermano necesitado, por el que Cristo murió. Si no da, si hace el tacaño ante la necesidad del pobre, peca mortalmente, no está en él la gracia de Dios, ya que si la tuviese, sería generoso con el hermano.” (San Antonio de Padua)

“¡Ay de los que tienen la despensa y los graneros repletos y el ropero bien provisto, mientras los pobres de Cristo, hambrientos y desnudos, gritan desconsolados ante sus puertas, no obteniendo más que algunas migajas de lo sobrante!” (San Antonio de Padua)

“La naturaleza nos engendra pobres: desnudos nacemos y desnudos morimos. La malicia humana ha creado a los ricos y el que quiere serlo cae en la red tendida por el diablo.” (San Antonio de Padua)

“Oh pobreza, fuente de alegría cuando es auténtica, tesoro que los hijos del diablo desprecian y odian, ¡tus encantos hacen saborear delicias eternas a los que en verdad te aman!” (San Antonio de Padua)

“Debemos a menudo meditar la Pasión del Señor. De ello debemos servirnos como de un sudario, para secar el sudor de nuestras fatigas y la sangre de nuestros sufrimientos. En toda prueba debemos recordar los ejemplos de paciencia que nos dio Jesús.” (San Antonio de Padua)

"Si tú predicas a Jesús, Él ablanda los corazones y dulcifica las ásperas tentaciones. Si piensas en Él, domina tu corazón. Si lo lees, sacia tu mente." (San Antonio de Padua)

"Jesús es un nombre dulce que alimenta la esperanza; nombre que es, como dice San Bernardo, júbilo para el corazón, melodía para el oído y miel para la boca.” (San Antonio de Padua)

“Quien se humilla en el pensamiento de la muerte, pone en orden toda su vida, y está atento a todo lo que le rodea. Sacude de sí la ociosidad, se da ánimo, en los trabajos y confía en la misericordia del Señor, y dirige el curso de la existencia hacia el puerto de la eternidad.” (San Antonio de Padua)

“Con la muerte volvemos a Dios, como el navegante entra en la tranquila bahía del puerto. Escapados de la tempestad del mundo, nos refugiamos en la paz de la vida inmortal. Volvemos a Dios como el niño lloroso se recuesta contra el seno de su madre que lo acaricia y enjuga sus lágrimas. Del llanto de este mundo los justos entran en la gloria, donde Dios ‘enjugará toda lágrima’.” (San Antonio de Padua)

“¡Vivir sin Jesús es morir! ¡Jesús, nombre dulce y consolador, esperanza de eterna dicha! ¡Es alegría al corazón, melodía al oído, miel a los labios!” (San Antonio de Padua)


“El nombre de Jesús es superior a todo nombre, porque delante de él se dobla toda rodilla. Si lo predicas, ablanda las voluntades más obstinadas. Si lo invocas, dulcifica las más ásperas tentaciones. Si piensas en él, se te ilumina la inteligencia. Si lo lees, te alimenta el corazón.” (San Antonio de Padua)

“Cristo, el sol divino, estaba protegido por la nube, la Virgen María, y emitía sus rayos de oro, a través de los ojos y del semblante de su Madre. Sí, el semblante de María está lleno de todas las gracias, grato a los ojos de Dios y espejo para todos los hombres.” (San Antonio de Padua)

“María es como el arco-iris, señal de reconciliación entre Dios y los hombres. Es como un capullo de rosa que abre sus pétalos en pleno invierno; como un lirio que crece junto a la corriente de las aguas; como un incienso que esparce suaves aromas. Ella es un cáliz de oro cubierto de piedras preciosas, un olivo que jamás pierde su follaje, un ciprés que se eleva sobre todos los árboles del bosque.” (San Antonio de Padua)

“María es como la estrella de la mañana en medio de la oscuridad de las nubes, y el curso de su vida brilló como resplandece la luna en la plenitud de su luz. Como el sol, envía también ella fúlgidos resplandores.” (San Antonio de Padua)

“La fe y la esperanza son las dos alas del alma, con ellas se eleva de las cosas terrenas y asciende de lo visible a lo invisible.” (San Antonio de Padua)

“¿Saben cuál es el poder más bello y más laudable? Es aquel que domina a sí mismo su propia soberbia.” (San Antonio de Padua)

“La esperanza es la aceptación de los bienes futuros.” (San Antonio de Padua)

“El rostro de Dios está impreso en nuestra razón.” (San Antonio de Padua)

“La habitual contemplación de Cristo paciente y despreciado, y el recuerdo de sus sacrificios, hacen insensibles los placeres y gozos de la tierra.” (San Antonio de Padua)

“El lobo devora con gusto a su presa; así el demonio busca, sobre todo, manchar la pureza.” (San Antonio de Padua)

“Después de haber cometido tantos pecados al alma infeliz no le queda otro remedio que la confesión.” (San Antonio de Padua)

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